martes, 14 de abril de 2015

La Tumba de Mary Jay

Al más puro estilo de Charles Dickens se podría relatar la historia de esta mujer. Una mezcla de dolor, tristeza y desesperanza en un ambiente británico de principios del siglo XVIII, es decir, uno de los decorados más lúgubres y desoladores que se pueden encontrar para una historia como esta.

Aquellas personas, quizás algún día usted mismo, si alguna vez pasase por el condado de Devon en Inglaterra y concretamente por Dartmoor se sorprendería de encontrarse una solitaria tumba justo en un cruce de caminos ¿a qué se debe?, pues esta es la historia.

A principios de 1700 un pequeña niña fue abandonada en un hospicio, entonces parece que lo llamaban "La casa de pobres" -quizás allí se recogían todo tipo de infortunadas criaturas, no lo sé-. Pues bien, a aquella pequeña le pusieron un nombre, según la letra que tocaba, al parecer era la "J" y por ello la llamaron "Jay" pero, como así también se llamaba a las meretrices, le añadieron el nombre de Mary, quedando así con el nombre de Mary Jay.


Hasta su adolescencia estuvo en aquella casa de acogida - por llamarlo de alguna manera-, el caso es que posteriormente fue enviada, u obligada a ir, o vendida, vete tu a saber... a una granja donde trabajaba como aprendiz ¿de qué? dirá ud., pues... de nada, simplemente trabajaba de sol a sol, tanto en la casa como en el campo. Su vida, se la pueden uds. imaginar, durísima, donde un plato de comida caliente y una ropa algo decente podría resultar para ella un verdadero lujo.


El hijo del granjero, siempre hay un "hijo de....", se encaprichó de Mary y al parecer la dejó embarazada, ¿la violó? pues no se sabe, alguna versión de esta historia así lo apunta. Consecuentemente sufrió el rechazo, no sólo de la familia sino de todo el entorno, ya que al ser expulsada de la granja con fama de prostituta su futuro se presentaba muy, muy complicado. Acuciada por la vergüenza, sola, desvalida y sin apoyo de nadie -imagínese ud. la situación- tomó la decisión de acabar con su vida. Así lo hizo ahorcándose en un granero cercano.

Como era costumbre, el cuerpo de un suicida no podía descansar en Campo Santo. Las tres parroquias cercanas rechazaron enterrarla en suelo sagrado y de ahí el motivo por el que sus restos reposan en un cruce de caminos.

Las leyendas locales, quizás para librarse de algo de la vergüenza que debe pesar sobre sus conciencias, dicen que prácticamente durante todo el año pueden encontrarse flores frescas sobre su tumba, pero que... nadie las deja ahí. También hay quien dice que la sepultura es visitada por extraños seres del bosque cercano e incluso esbeltas hadas.

Algunos motoristas que has pasado por aquel lugar en la noche declara haber visto la figura de un joven -quizás el hijo del granjero- penando por Mary Jay.

En fin, una curiosa historia que deseaba hacerles llegar.
Saludos.

La Doctrina Imperfecta.