domingo, 26 de marzo de 2017

Melchor Rodríguez - EL ANGEL ROJO

Lo paradójico de la Guerra Civil Española fue que, a pesar de tanto odio y sangre, hubo algunos hombres buenos. Hombres llenos de humanidad que, arriesgando su propia vida, salvaron muchas en esa retaguardia de terror que vivieron nuestros abuelos en ambos lados.

Quizás hoy más que nunca necesitemos saber que por encima de credos e ideologías, de demagogias y doctrinas, de populismos y hostilidad, se encuentran el respeto a la libertad individual, el derecho a disentir sin odiar y a ejercer el libre-pensamiento sin miedo. Esta historia es la de un hombre que creía que ello era posible sin renunciar a sus principios.


Es el caso de Melchor Rodríguez que salvó, gracias a su gestión directa, a más de mil quinientas personas en la prisión de Alcalá de Henares el 8 de diciembre de 1936. Muchas más fueron libradas también de una muerte segura, también gracias a su gestión como responsable de prisiones en Madrid de la retaguardia en noviembre de 1936.

Sus enemigos le llamaron "El Angel Rojo".

Fue un obrero sevillano, que siendo dirigente anarquista de la CNT, detuvo la represión roja en el Madrid del Frente Popular durante la Guerra Civil.
Siendo sindicalista de la CNT, ocupó el cargo de Director de prisiones en Madrid, entre noviembre y diciembre de 1936. Melchor se enteró que en Madrid estaban sacando a los presos de las cárceles para conducirlos a Paracuellos para fusilarlos y decide parar el genocidio. Decidió parar las sacas con un par…

Melchor militaba en “los libertos” un grupo anarquista que se oponían a la violencia y atracos revolucionarios. Con los libertos se integró en la FAI (Federación Anarquista Ibérica) .Sufre un cambio muy grande cuando presencia la toma del Cuartel de la Montaña y percibe que el odio se ha desatado entre los españoles

En julio del 36, en Madrid era conocido como buena persona y muchas personas le paran por la calle para pedirle salvoconductos que pudieran salvar sus vidas y las de sus familias de la violencia roja del Frente Popular. Melchor, un anarquista con ideas muy firmes y para quién la vida era el primero de sus principios. Entregó salvoconductos a curas y monjas, salvando la vida a muchos religiosos en el Madrid de la retaguardia.

Refugia en su casa y en el Palacio de Viana a perseguidos del Frente Popular. En su casa hay permanentemente entre 30 y 40 refugiados. En nombre de Los Libertos, grupo anarquista donde militaba Melchor, incautan el Palacio del Marqués de Viana que entrega intacto al final de la guerra. No se perdió ni un solo tenedor del inventario que él mandó realizar cuando tomaron el palacio.

García Oliver, anarquista y Ministro de Justicia, es el que le pide a Melchor que asumiera el cargo de Inspector de Prisiones ante lo que estaba ocurriendo en Madrid. Los excesos, los paseos y las sacas acabaron llevando en Paracuellos a más de 8.000 personas a las fosas comunes.

En aquel momento, las cárceles de Madrid estaban atestadas de presos políticos (también muchos republicanos), frailes, curas, militares y seminaristas (muchos menores de edad, era el inicio del verano y les cogió en el seminario el inicio de la contienda). A las cárceles llegaban grupos de milicianos y con el pretexto de llevarlos a Valencia, sacaban a los presos para conducirlos a Paracuellos donde eran “simplemente” fusilados en grupos sin el menor procedimiento judicial y posteriormente ocultaban los cadáveres en enormes fosas comunes. Las peores jornadas fueron entre los días 6 y 8 de noviembre.

10 de noviembre de 1936 Inspector General de Prisiones en Madrid

Apoyado por la junta del Colegio de Abogados, el Tribunal Supremo, por el Cuerpo Diplomático y por un sector de la CNT; se intenta que se le nombre director general de prisiones. Pero con García Oliver, anarquista y ministro de justicia, acababa de asignar ya ese cargo; Melchor entonces es nombrado Inspector General de Prisiones con mando directo en todas las prisiones de Madrid.

A partir de este momento cambia el panorama de lo que estaba pasando en Madrid. Cambia radicalmente el control de la retaguardia del Frente Popular sobre los presos de las cárceles de Madrid. La misma noche que es nombrado Inspector General, se presenta en la cárceles y detiene tres sacas y se dedica a parar autobuses llenos de presos con un destino realmente incierto.

Expulsa a los comités de las cárceles. Las fuerzas progresista del Frente Popular, ni entienden ni aceptan lo que está haciendo Melchor, que lo único que pretendía era simplemente aplicar la legalidad republicana. Cuando se entera de una sacas ejecutada por un grupo de comunistas que acabó con 21 personas fusiladas, dimite de su cargo de Inspector General de las cárceles. Llevaba tan sólo 15 días en el cargo. El Ministro Gª Oliver no quiso hacer frente al exceso del PCE.

Después de dimitir, siguen las sacas unos cuantos días más, pero ya en menor número y con menos presos.

Delegado de Prisiones de la República.

Melchor vuelve a retomar el cargo, después de presiones, otra vez del cuerpo diplomático y de numerosos sectores republicanos y anarquistas. Como Delegado de Prisiones de la República recibe poderes plenipotenciarios por parte del Ministro de Justicia e inmediatamente prohíbe el traslados de presos entre las 7 de la tarde y las 7 de la mañana sin su expresa autorización; restituye la autoridad de los funcionarios de prisiones como responsables de la seguridad de los 12.000 presos políticos que todavía permanecen vivos en las cárceles de Madrid. Detiene las sacas y los fusilamientos, lo que le llevó a importantes enfrentamientos con el responsable del Orden Público de Madrid y por ende de lo que estaba ocurriendo, Santiago Carrillo. Claro que, hoy día contar la verdad sobre el Sr. Carrillo te coloca inmediatamente en el punto de mira de los sectores comunistoides, nunca dispuestos a reconocer la verdad. “Una mentira mil veces repetida... se convierte en verdad” (Joseph Goebbels) hay que ver ,que al final... los extremos se tocan.

La Cárcel de Alcalá de Henares: 8 de diciembre de 1936. 

Su mayor hazaña tuvo lugar el 8 de diciembre de 1936 en la cárcel de Alcalá de Henares, situada en el antiguo Convento de Dominicos de Santo Tomás. Salvó a 1.532 presos de una turba de milicianos, que querían lincharlos, tras un bombardeo de los nacionales del aeropuerto que causó víctimas civiles.

Melchor se encontró por casualidad con el problema. Durante seis horas y media, con la pistola en mano, se enfrentó a los milicianos, y consiguió su objetivo: salvó a los 1.532 enemigos. Pero... ¿como fueron los hechos?. Los milicianos asaltaron la cárcel y se presentaron en el despacho del Director de la Prisión, Antonio Fernández Moreno, exigiéndole que abriera las celdas para llevarse a los presos. Antonio se negó, pero como los milicianos querían sangre, la situación estaba a punto de del desorden total. En ese momento apareció Melchor Rodríguez en su coche de la Dirección General de Prisiones, que se encontraba supervisando personalmente un traslado de presos para garantizar la seguridad de los `prisioneros, y se encontró tamaño con este panorama de anarquía a punto de estallar. Consiguió llegar al despacho del director, y tras informarse de la situación, inició un enfrentamiento dialéctico de casi siete horas con los milicianos. A los insultos y amenazas, siguieron los empujones siendo encañonado varias veces. Melchor llevada pistola, pero era su costumbre llevarla siempre descargada, sin balas.

Melchor llegó a dar la orden de que en caso de pérdida del control sobre los asaltantes, se armaran a los presos para que pudieran defenderse.

Con sus palabras:
¡Qué momentos más terribles aquellos! (…) Qué batalla más larga tuve que librar hasta lograr sacar al exterior a todos los asaltantes haciéndoles desistir de sus feroces propósitos. Y todo ello ante el tembloroso espanto de mi escolta, que, aterrados y sin saber qué hacer, se limitaron a presenciar aquel drama.

Entre los presos que Melchor salvó la vida en la cárcel de Alcalá de Henares se encuentran algunas personas que tuvieron gran relevancia en el régimen de Franco: los cuatro hermanos Luca de Tena, el falangista Raimundo Fernández Cuesta, el general Agustín Muñoz Grandes, el cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, el falangista Rafael Sánchez Mazas, el general Valentín Galarza Morante. También gracias al Ángel Rojo, salvaron las vida: El Dr. Mariano Gómez Ulla , el futbolista Ricardo Zamora, el locutor Bobby Deglané.

Así relató este hecho, el cónsul Noruego en Madrid, Félix Schlayer, en su libro “Diplomático en el Madrid rojo”:

En enero de 1937 tuvo Melchor Rodríguez ocasión de mostrar toda su hombría. En Alcalá de Henares, pequeña ciudad a treinta kilómetros de Madrid, lanzaron bombas los aviones nacionales y causaron víctimas. El populacho, furioso, y los milicianos, se presentaron ante el establecimiento penitenciario allí existente —que, en tiempos de paz, era un reformatorio para jóvenes, y ahora albergaba a mil doscientos políticos procedentes de Madrid— pidiendo que los dejaran entrar para matar a los presos. El Director de aquella cárcel, persona de toda confianza y muy humano en su proceder, se resistía y pidió ayuda al General Pozas, con mando en dicha plaza de Alcalá, (y Comandante en Jefe que fue luego de Aragón, y posteriormente destituido), ayuda que denegó, diciendo que no permitiría que se disparara un solo tiro contra el pueblo, hiciera este lo que hiciera. Entonces, en el momento de máximo peligro, apareció de repente y por pura casualidad, Melchor Rodríguez, que entonces estaba en viaje de inspección por la provincia de Madrid. Pistola en mano, se plantó delante del portalón de entrada a la cárcel y tuvo a la muchedumbre en jaque. Desde las cinco de la tarde hasta las tres de la madrugada, estuvo luchando, entre discursos persuasivos y amenazas, con las distintas «autoridades» de la pequeña ciudad que habían hecho causa común, con el populacho y les obligó a retirarse. Aún pudo volver, por la mañana temprano, a casa, con la conciencia de haber cumplido con su deber como un hombre".

El 1 de marzo de 1937 fue destituido de su cargo por el gobierno del socialista títere del Partido Comunista de España (PCE), Juan Negrín. Esto no fue óbice para que continuara denunciando aquellos excesos tan lamentables que terminaron con la vida de miles de personas. Incluso fue acusado de traidor a la República, él les respondió que los auténticos traidores habían sido los que habían manchado de sangre el noble ideario anarquista

Responsable de Cementerios

En 1938 fue nominado Responsable de los Cementerios de Madrid. Desde ese puesto ayudó a las familias de los fallecidos y asesinados para que pudieran enterrar con dignidad a los muertos y poder visitarlos. El 13 de abril de 1938, se jugó la vida cuando consiguió que en el entierro de su amigo Serafín Álvarez Quintero se exhibiera un crucifijo cumpliendo su última voluntad.

Alcalde de Madrid

Melchor Rodríguez fue el último alcalde de Madrid durante la República. El 28 de febrero de 1939 el Coronel Casado y Julián Besteiro del Consejo Nacional de Defensa, le nombraron Alcalde. Pudo escapar pero permaneció en Madrid junto a Cipriano Mera y Besteiro esperando la entrada de las tropas nacionales. En aquellos días, siendo el alcalde de Madrid le correspondió realizar el traspaso de poderes a los del nuevo régimen.

Agradecimiento de Muñoz Grandes , el primer general que tuvo la División Azul

Después de la guerra, fue juzgado en dos ocasiones. Absuelto en el primer juicio y condenado en el segundo a 20 años de prisión, de los que cumplió cinco años.

Durante el segundo consejo de guerra , en el que el fiscal pedía para Melchor la pena de muerte, el general Agustín Muñoz Grandes, al que Melchor, como a otros militares presos, había salvado en la guerra testifico a su favor. Al final del Consejo de Guerra el fiscal preguntó si alguno de los presentes en la sala tenía algo que alegar. Muñoz Grandes se levantó, y tras presentarse como Teniente General del Ejército declaró a favor de Melchor para salvar su vida. Como aval de su testimonio, presentó un documento firmado por miles de personas que Melchor había salvado la vida, en algunos casos con claro riesgo personal. Finalmente, gracias a la gestiones del General Muñoz Grandes, mano derecha de Franco durante años, sólo cumplió cinco años en la prisión del Puerto de Santa María y Polier

Posguerra.

Durante la posguerra tuvo ofrecimientos para ocupar un puesto importante en los sindicatos verticales. También le ofrecieron un talón por veinticinco mil pesetas, para intentar así arreglar su mala situación económica . Melchor rechazó amablemente todos los ofrecimientos. Él consideraba que todo lo que hizo fue su obligación y que no había hecho nada especial.

Algunos criticaron que admitiera una condecoración del régimen de Franco por sus actuaciones como Inspector y Director de Prisiones de Madrid durante la Guerra Civil y de confraternizar con algunos dirigentes del franquismo. En 1956 el falangista José Antonio Girón de Velasco le dedicó un libro llamándolo «vanguardista infatigable en la batalla por la Justicia y por la Libertad del Hombre ». Trabajó hasta su muerte como vendedor de seguros y vivió junto a su familia, de forma tremendamente modesta.

Su muerte.

Murió el 14 de febrero de 1972, su entierro tuvo con rango de funeral de Estado, fue un caso único durante la dictadura de Franco. Fue un entierro multitudinario que, en plena dictadura, reunió a anarquistas y franquistas en un mismo duelo.

Alberto Martín-Artajo Álvarez, Ministro de Asuntos Exteriores y amigo suyo que fue, durante el entierro se puso una corbata con los colores anarquistas, hecho que se correspondía con el acuerdo que había realizado con Melchor en su lecho de muerte. "Vale, ya que te empeñas, yo beso ese trozo de madera, pero tú te comprometes a ponerte una corbata anarquista". Así quedó sellado el trato.

Se cantó el himno anarquista «A las barricadas» y se rezó un padre nuestro. Las dos Españas unidas gracias a este honrado anarquista. Su féretro fue cubierto con la bandera anarquista. La ceremonia transcurrió sin ningún incidente. Está enterrado en el cementerio Sacramental de San Justo en Madrid. En julio de 2008 una calle de la barriada de San Cayetano de Sevilla fue bautizada con su nombre.

Saludos.
La Doctrina Imperfecta.


NOTA: Este artículo está inspirado en el similar de la página www.grandesbatallas.es que os recomiento visitar.