Tal y como se ha propuesto "La Doctrina Imperfecta" va a seguir efectuando un relato de aquellos retazos de nuestra historia que frente a estúpidos complejos de nuestros, actuales y pasados políticos, reeducadores escolares (antes llamados profesores) y peñas totalitarias periféricas (entiéndase nacionalismos) creo que debemos conocer.
En este caso se trata de lo que se llamó "El Milagro de Empel", lo de milagro es debido a que dada la situación y el inevitable desenlace que se aproximaba inexorablemente ante la evidencia de los acontecimientos, fue realmente eso... un verdadero milagro lo que en principio salvó a un Tercio de la infantería española condenado al desastre e incluso le llevó a una victoria tan inesperada como aplastante. Bien, paso al relato sin más demora...
Nos encontramos en el mayor matadero de Europa y quizás del mundo en el Siglo XVI. En un pequeño territorio en el que se decide el futuro del continente. España como gran potencia mundial lucha en solitario contra todas las potencias europeas por todo el mundo, pero es en Flandes donde los combates adquirieron un tinte más salvaje y donde se desarrollaban las peores condiciones, sobre todo por el frío del norte del continente europeo, un frío al que los españoles no estaban nada acostumbrados. El Imperio Español gastaba gran cantidad del oro americano en estas guerras que hasta ese momento habían dado sus frutos, pero ¿a un precio excesivo? En la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, los soldados del Tercio Viejo al mando del Maestre de Campo D. Francisco Arias de Bobadilla en clara inferioridad habían quedado sitiados por las tropas del Almirante Holak que habían abierto el dique el río Mosa para aislar a los españoles. Éstos saben que no tienen escapatoria, pero 5.000 soldados de una de las mejores unidades de infantería, si no la mejor de la historia, no venderá tan barata su piel, no obstante a los Tercios Españoles esta vez les va a hacer falta un milagro, el Milagro de Empel.
D. Francisco Arias de Bobadilla |
Los soldados del Tercio Viejo estaban a merced de la artillería de la flota enemiga, los llamados "Mendigos del Mar", sin posibilidad de recibir ayuda ni de la flota española que desconocía esas aguas, ni de los refuerzos que trataba de enviarles D. Alejandro Farnesio. Apenas tenían víveres, ni ropa seca o leña con la que combatir el terrible frío, estaba claro que en aquella dichosa isla, las fuerzas españolas no aguantarían mucho. No obstante el Almirante Holak que conocía bien la efectividad en el combate de los españoles no quería bajas innecesarias por lo que a pesar de la precaria situación de los sitiados, éste les ofreció una honrosa rendición. La respuesta de Maestre Bobadilla al cargo de los soldados españoles fue clara: "Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos". Esta insolencia a los ojos de Holak hizo que su orden inmediata fuera abrir un segundo dique e inundar aún más la zona. Los españoles se retiraron entonces al único lugar que aún permanecía sobre la superficie del mar, la pequeña colina de Empel, un promontorio de apenas 50 metros de altura.
Sin apenas esperanza y con la imposibilidad de su auxilio, el Tercio viejo ya se preparaba para lo peor pues la mayoría de las pocas provisiones que les quedaban tuvieron que ser abandonadas a su suerte ante la violencia con la que se precipitó el agua sobre la isla. Tras este episodio y con el Tercio dispuesto a aguantar cuanto Dios o los infiernos quisieran enviarles, un soldado cavando una trinchera junto a una pequeña iglesia, quizás pensando más que aquella sería su tumba que un resguardo, dió con algo duro. Desenterraron una imagen flamenca de la Virgen de la Inmaculada Concepción. Los soldados del tercio eran muy católicos, de hecho a la hora de la verdad luchaban por el Rey, el Imperio y la verdadera Religión, y enseguida tomaron el hallazgo como una señal divina. La imagen se dispuso en un improvisado altar y los soldados se encomendaron a ella para que les ayudase en la batalla. Bobadilla para arengar a sus soldados en plena adoración se dirigió a ellos y dijo "¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota, pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos, ¿Queréis que se quemen las banderas, que se inutilice la artillería y que abordemos esta noche las galeras enemigas? ¡Si, queremos! contestaron al unísono.
Esto ocurre un día antes de que el enemigo tenga pensado atacar. El día 8 de diciembre sería el día del ataque final a las posiciones españolas pero, en la madrugada del día 7 al 8 un frío inusual acompañado por un viento huracanado, convierte de la noche a la mañana en hielo la superficie del cauce del río Mosa de tal forma que se podía caminar sobre él. Los soldados españoles vieron entonces su oportunidad y se lanzaron como locos sobre el hielo hacia la flota enemiga que no se esperaba un ataque total. Los holandeses vieron con sorpresa desde sus barcos como se les venían encima una jauría de soldados, desarrapados, hambrientos y empapados, que gritaban como posesos. Los combates fueron impecables para los españoles que desplegaron una ferocidad inusitada. Rebeldes y más rebeldes morían, con una fiereza bestial los tercios acuchillaban y disparaban a todo aquel que se pusiese por delante, la sed de venganza acumulada por el asedio y el sufrimiento hacía que cualquier posible respuesta de los soldados holandeses fuese en vano. En el fuerte holandés situado a la orilla del Mosa desde donde también se les ostigaba con su artillería reinaba el desconcierto y el temor al ver que sus barcos estaban siendo destruidos. Finalmente los españoles se apoderaron de numerosas armas, prisioneros y de todos los barcos no destruidos.
No obstante la venganza no estaría completa hasta que acabasen con el fuerte, cosa que con la moral por los aires de un tercio es muy fácil que ocurra. Esa misma madrugada el tercio recompuso su formación y marchó hacia el fuerte holandés donde se encontraba la artillería que tan precaria había hecho la situación del tercio durante el sitio. El Tercio Viejo lleno de rabia e ira cargó contra el fuerte que fue tomado en muy poco tiempo, los rebeldes holandeses eran incapaces de parar a los cuadros de arcabuceros y piqueros españoles. La desbandada holandesa fue total. Entre los que huían se encontraba el Almirante Holak dejando para la historia la frase:
"Tal parece que Dios fuera español al obrar, para mí, tan grande milagro"
La Virgen de la Inmaculada Concepción fue tomada desde aquel día como patrona de los tercios y hoy en día es la patrona de la infantería española.
El fenómeno meteorológico que aconteció el 8 de diciembre de 1585 en la isla de Bommel ha sido objeto de estudios e investigación por historiadores y meteorólogos holandeses por lo extraño del fenómeno. El Instituto de Meteorología holandés hace no más de 15 ó 20 años hizo un estudio del fenómeno y concluyó que la concatenación de circunstancias que produjeron que el agua alrededor de la isla de Bommel se helase en una sola noche fue un fenómeno por completo inusual y nunca visto en esas tierras.
Aquí os dejo un vídeo de "rege88ligero" a quien agradezco desde esta líneas el tremendo trabajo realizado en éste y otros vídeos, ¡¡mi enhorabuena amigo!!
Un saludo.
La Doctrina Imperfecta.