De todos es conocida, gracias a la película de Steven Spielberg “La Lista de Schlinder”, de la gesta de este industrial alemán salvando a 1200 judíos del exterminio. Sin embargo, tal y como viene denunciando este blog, desconocemos aquellas partes del devenir de nuestra historia gracias a las perversas intenciones de ocultar lo que, políticamente puede resultar “incómodo” para ciertos sectores que se autodenominan “progresistas” aunque yo los calificaría más bien de “hipocresistas”.
Ángel Sanz Briz fue un diplomático español que durante 1944 estuvo como encargado de negocios en la Embajada de España en Budapest (Hungría), país aliado del Eje. Hasta ese momento no se habían impuesto medidas de represión primero y deportación después, de judíos húngaros. Sanz Briz, tras el traslado del titular Miguel Ángel Muguiro, quedó como principal responsable de la legación diplomática, contaba entonces con 32 años. Desde su puesto realizó un suerte de maniobras diplomáticas, de añagazas y estratagemas que le llevó a salvar del exterminio de más de 5200 judíos húngaros.

Utilizó para ello El Real Decreto del Directorio Militar del General Primo de Rivera, de 20 de diciembre de 1924, que otorga la ciudadanía española a los judíos sefardíes y que rezaba asi...“antiguos protegidos españoles o descendientes de éstos, y en general a individuos pertenecientes a familias de origen español que en alguna ocasión han sido inscritos en los Registros españoles”, y aunque este decreto fuera derogado por el gobierno de la II República en 1931, eso no le importó, ya que ni las autoridades húngaras ni las alemanas sabían nada al respecto.

Alquiló con su propio dinero varios inmuebles para alojar a los judíos mientras esperaban la tramitación de la autorización del salvoconducto por las autoridades húngaras, y así, ante la persecución generalizada logró salvaguardar de las garras de las SS a “sus españoles” sefardíes. Para evitar la intrusión de los nazis en ellos, colocó carteles que rezaban “Anejo a la Legación de España. Edificio extraterritorial”, por tanto suelo extranjero inviolable. Allí permanecían alojados, mantenidos y con cuidados médicos hasta que Sanz Briz conseguía la documentación y el medio de transporte para sacarlos hacia Suiza, España o cualquier otro lugar donde estuvieran a salvo. Su antecesor, Miguel A. Muguiro ya logró enviar 500 niños a Tanger, niños que iban destinados a la cámara de gas en Polonia.
Hasta diciembre de 1944, cuando se le ordenó abandonar Budapest y trasladarse a Suiza, arriesgó continuamente su vida, ya que de los 5200 salvoconductos extendidos, apenas 200 correspondían a verdaderos sefardíes de origen español. Dejó toda la infraestructuras que había creado a sus colaboradores, entre ellos a Giorgio Perlasca que declarando ser Cónsul de España, continuó emitiendo documentación española falsificada hasta que el 16 de enero el ejército rojo entró en Budapest.

Ángel Sanz Briz fallece en Roma el 11 de junio de 1980, poco antes de cumplir los 70 años. Los sefarditas, utilizando su nombre de pila, le pusieron el sobrenombre de “Ángel de Budapest”, resumiendo así lo que ellos decían con frecuencia: “¡El si llamava angel y bivio como un angel! ¡Que alma bendicha! (Él se llamaba Ángel y vivió como un ángel ¡Qué alma más bendita!). En 1991 recibió, a título póstumo, el título de “Justo entre las Naciones” de manos del Museo del Holocausto Yad Vashem, de Israel, que reconoció su valorosa y desinteresada acción, inscribiendo su nombre en el memorial del Holocausto junto a otros héroes.
Tres años después, el gobierno de Hungría le concedería, también a título póstumo, la Cruz de la Orden del Mérito de la República Húngara y al año siguiente colocó una placa en uno de los edificio de Budapest que utilizó como refugio para los judíos.
En España, finalmente le fue reconocida su labor y trayectoria, siendo el primer diplomático que figuró en un sello de correos. Fue distinguido con diferentes medallas y condecoraciones, entre ellas con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, Comendador y Caballero de la Orden de Isabel la Católica y la Gran Cruz de Carlos III.
Otras naciones reconocieron sus méritos en defensa de los perseguidos, así entre otras distinciones le fueron concedidas la Gran Cruz de Bélgica y la Gran Cruz de la Orden Pro Mérito Melitensi de Malta, y fue nombrado Comendador de la Corona de Italia y Oficial de la Orden de la Legión de Honor de Francia.
Estos son los méritos de esta gran persona, un hombre bueno que hizo cosas buenas. Lamentablemente, aún hoy muchísima gente en nuestro propio país, desconoce quién es y qué hizo ese español llamado “Ángel de Budapest”. Desde este blog quiero hacer un reconocimiento a su persona, y aunque no le hayan dado el puesto que merece en la Historia de España, sí lo tiene en la Historia de la Humanidad.
Saludos
La Doctrina Imperfecta.